Llegó como el gran salvador del madridismo, como el hombre que iba a resolver de un plumazo todos los males que, según la teoría oficial, había instalado el ya olvidado Rafa Benítez. Se le puso al mando de la nave blanca en el momento justo, a sabiendas que el calendario le sería propicio en las siguientes jornadas. En el horizonte solo se veía como complicaciones el partido de la Roma, (el del Atlético se atisbaba muy lejano) En un principio todo marchaba según el plan previsto, goleadas en el Bernabéu, triunfos a domicilio, la afición encantada, los jugadores alabando las virtudes del técnico, ¿por qué no vino antes? todo era color de rosas, pero como dice un dicho popular, "que los árboles no te impidan ver el bosque", pero es que nadie quería ver el bosque. En ese mundo idílico, las primeras piedras aparecen en el camino, piedras inesperadas. Los partidos ante el Betis y el Málaga empiezan a dejar claro que el efecto Zidane, no es tan consistente como parecía. Pero nadie, es decir, la prensa oficialista, decía una palabra más alta que otra. Y en esto llegó el partido de Champions ante la Roma, la prueba de fuego, el primer gran reto del francés. Como saben, el partido se ganó y fue suficiente para que la euforia blanca se disparara de nuevo. Da lo mismo que la Roma, un equipo de media tabla en la liga española, aunque se vendiera como un grande de Europa, pusiera en más que un aprieto al Madrid. Dos zarpazos aislados del conjunto blanco sirvieron para apoyar la teoría de que con Zidane, había llegado el cambio, que la undécima estaba más cerca, que la liga aún era posible, etc.. ya saben "que los árboles no te impidan ver el bosque".
Fue en esta situación, cuando llega el partido contra el Atlético de Madrid. No nos engañemos, la verdadera prueba de fuego, porque con todos mis respetos para los demás equipos, los anteriores duelos eran ganables todos, con Zidane y sin Zidane en el banquillo. Llegaba el eterno rival, un equipo al que no le puedes ganar solo con el nombre. Al que le tienes que ganar con trabajo, con esfuerzo, con lucha, con calidad, con un plan, (con un plan A, o con un plan B). Porque el atlético del Cholo Simeone va a poner todos esos condicionantes sobre el terreno de juego y Zidane lo debería de saber. Pues bien, el Atlético llegó, jugó y ganó. Y lo hizo sin engañar a nadie, siendo fiel a su estilo, poniendo más ganas y corazón que el rival.
De nada sirvió que el Madrid tuviera toda la semana para preparar el derbi, que el Atlético llegara a las seis de la mañana del Jueves de su partido en Holanda, que llevara varios partidos sin ver puerta, que Griezmann estuviera atravesando un bache goleador. Porque estamos hablando del Atlético, del atleti del Cholo, de un equipo que nunca se rinde, que puede hacerlo mejor o peor, que hará un fútbol más o menos vistoso, pero que nunca se va a dejar ganar sin luchar. Tendrás que ganarlo, si puedes o sabes. Y el Madrid (Zidane) no pudo, ni supo como hacerlo.
Simeone le ganó la partida desde el inicio. Se dice que los partidos los ganan los delanteros, pero que los campeonatos los ganan las defensas, pues bien, el Cholo sabía que el derbi lo iba a ganar el que dominara el centro del campo y ahí estuvo la clave del partido. El Atlético siempre tuvo superioridad en esa parcela del campo y desde ahí construyó para la victoria y desde ahí destruyó para la victoria. ¡
Lo peor no es que el Madrid no supiera jugar el partido que le propuso el Atlético, lo peor es que desde el banquillo no se vio ningún gesto para revertir la situación. Que en el primer partido serio de verdad, te vieras superado por las circunstancias y que transmitieras la sensación de que el cargo te venía grande, es preocupante.
El temor del madridismo no es que ganara su eterno rival, el temor es que se han dado cuenta que con pequeñas embarcaciones puedes lidiar, pero que cuando lleguen los transatlánticos te van a arrollar.
Que los árboles no te impidan ver el bosque, porque es mucho más grande y profundo de lo que crees.
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