miércoles, 8 de febrero de 2017

MORIR EN LA ORILLA

Una vez más y ya son unas cuantas en los últimos años, el Atlético ha vuelto a morir en la orilla sin alcanzar su meta. Después de luchar contra los elementos, después de levantarse, de reinventarse, de creer en sí mismo sin pensar en lo que opinen los demás, se ha quedado a las puertas del éxito. Bien es cierto que en esta ocasión no había un título en juego, pero como si lo fuera. Porque la semifinal entre el Barcelona y el Atlético de Madrid era una final anticipada, con todos mis respetos para los otros dos contendientes, y mucho me equivoco, o el ganador de la Copa será el que salió victorioso de ese partido. Y ese es el Barcelona. Un Barcelona que es justo finalista, más allá de errores arbitrales, porque marcó un gol más que los rojiblancos y mientras que no se cambien las reglas, el que más marca, gana, más allá de que se lo merezca o no. Si analizamos la semifinal en su conjunto, el equipo de Simeone fue superior al de Luis Enrique en tres de las cuartas partes de las que se componen los dos partidos, pero una sola parte, fue suficiente para que el Barcelona se metiera en la final. Hizo dos goles que a la postre fueron definitivos. El atlético se comió al Barcelona en juego y en ocasiones en la segunda parte del partido jugado en el Calderón y en todo el encuentro jugado en el Nou Camp, pero faltó lo único que no puede faltar en el fútbol y es, el gol. Y así es imposible ganar títulos en este mundo, sobre todo cuando te enfrentas a potencias que no necesitan realizar su mejor juego para matarte a la menor ocasión. Las estadísticas hablas por sí solas, el Barcelona necesitó ocho ocasiones en 180 minutos para hace tres goles. El atlético hizo dos en treinta y tres ocasiones. Ahí estuvo la diferencia. Unos amagan y otros matan. Bien es cierto que el árbitro pudo perjudicar al equipo de Simeone, pero el colegiado no influye a la hora de fallar en las claras ocasiones que dispuso el conjunto rojiblanco. Con un poco más de tino, no se hablaría de la actuación arbitral y sí de la gesta del atlético, que una vez más sacó su orgullo para superar a un rival superior en cuanto a jugadores y economía.
El atlético echa en falta la ausencia de un killer, un jugador que te resuelva un partido en una acción. Lo ha echado en falta en muchos momentos de la temporada, pero se nota mucho más en esta serie de partidos, (SIMEONE lo ha pedido por activa y por pasiva, pero por unas causas o por otras, la directiva no le han concedió el delantero deseado).
El atlético quería jugar la final, que con toda probabilidad se jugará en el Calderón en el que será el último partido en el feudo rojiblanco antes de su desaparición y el atlético quería ser protagonista. Estuvo a punto de conseguirlo, se lo mereció, hizo todo lo posible, luchó, peleó, pero no fue suficiente, murió en la orilla.
Todavía le queda una bala en la Champions y sin duda que no la van a desaprovechar. Tendrá que volver a luchar contra los elementos y contra equipos de mayor categoría, pero aceptan el desafío. Sólo confió y espero que en esta ocasión no mueran en la orilla. Esta generación se lo merecen.